Heridas del pasado
No hay persona sobre la tierra que pueda jactarse de no haber sufrido alguna herida en su vida. Sería como querer creerle a un soldado que no sufrió ni un solo raspón al volver de la guerra.
No hay persona sobre la tierra que pueda jactarse de no haber sufrido alguna herida en su vida. Sería como querer creerle a un soldado que no sufrió ni un solo raspón al volver de la guerra.
Todo esto es un ciclo normal dentro de una relación, y justo es parte de lo bonito de una relación: tener siempre a alguien que pueda empujarte o jalarte a ir más allá.
Sería hipócrita negar que el aspecto de alguien influencía en nosotros algunos prejuicios. Negarlo, sería como negar que tenemos ojos.
No podemos ligar la motivación con el esfuerzo de una manera directa, porque nos estaríamos encaminando a un callejón sin salida en donde nos encontraremos con el fracaso.
Muchas veces cuando huimos de la soledad, o que al menos así lo creemos, realmente no estamos huyendo de la soledad como tal, sino que más bien estamos huyendo de nosotros mismos.
Para lograr unas finanzas sanas (un factor importante de una relación sana), es vital como pareja sentarse a platicar y poner en la mesa las necesidades actuales y los objetivos que quieren conseguir para un mejor futuro.
Muchas personas piensan que antes de proponerle una vida juntos a su pareja, primero deben tener forzosamente una casa, un carro o lo que sea que les asegure vivir cómodamente para evitar a toda costa cualquier clase de necesidad.
Si has estado antes en alguna relación, o actualmente estás en una, seguro te han dicho o has dicho la típica y temida frase de “tenemos que hablar”, en donde lo que se suponía que debía ser un diálogo, termina muchas veces en solamente un monólogo o lista de quejas
Es tan fuerte esta necesidad de dar y recibir amor, que literalmente nos lleva a muchos a cometer locuras. Locuras que no siempre son sanas, o que incluso terminan en la denigración de nuestra persona.
La fidelidad comienza por ser fieles a nosotros mismos. Comienza por serle fiel a nuestros sueños, ideales, principios y valores; a lo que queremos ser y a lo que ya decimos que somos; a nuestra identidad y a eso de lo que estamos hechos.