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Heridas del pasado

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«Te hiero por mi herida. No porque me hayas herido»
– Alejandro Lanús

No hay persona sobre la tierra que pueda jactarse de no haber sufrido alguna herida en su vida. Sería como querer creerle a un soldado que no sufrió ni un solo raspón al volver de la guerra.

Todos, indiscutiblemente, hemos sufrido algún tipo de herida emocional o psicológica en alguna de nuestras etapas. Y algo curioso a resaltar, es que la mayoría de las heridas son siempre provocadas por personas a las que amamos.

Y es que está en nuestra lado animal, natural, el reaccionas impulsivamente ante alguna señal de ataque. Muchas veces, incluso, a algo que no era precisamente un ataque, pero se le parecía.

Esto sucede por dos cosas. Uno, porque al sufrir heridas y no someterlas a un buen proceso de curación y sanación, quedan sensibles y expuestas. Y dos, al estar expuestas, siguen siendo para nosotros fuente de dolor, y por eso cuando vemos que alguien se acerca tan solo un poco a ellas con sus palabras, actos o modos, reaccionamos impulsivamente.

Tan solo piensa en la última herida física que te hayas hecho. Pudo haber sido una cortada en la mano o algún golpe en un músculo, o cualquier otra. Pero te aseguro que tus reacciones ante el riesgo de volver a tocar y lastimar esa herida eran igualmente impulsivas, guiadas por tus reflejos, para tratar de que nada ni nadie reanimara o agravara ese dolor físico.

Justamente esto que mencionamos en los dos párrafos anteriores son algunas de las señales que podemos tomar para identificar nuestras heridas sin sanar, o para darnos cuenta si alguien cercano sufre de alguna.

Por ejemplo, cuando alguien reacciona de forma impulsiva, o incluso hasta agresiva, cuando se le señala algún error, defecto o área de oportunidad, es porque posiblemente haya alguna herida al respecto.

Y la cosa se vuelve más específica si, por ejemplo, lo que más le afecta es específicamente cuando se refiere a algo en el área intelectual.
En este caso, tal vez podríamos sospechar de algún tipo de bullying en sus tiempos de escuela, o alguna exigencia demasiado estricta por parte de sus padres.

Cuando nos demos cuenta de esto, ya sea en nosotros o en alguien más, lo que más debemos de tener presente en todo momento son la paciencia y la empatía.

Estos dos elementos nos van a ayudar a tratar de comprender la situación, y a pensar de manera más atenta sobre lo que sucedió en el pasado y lo que está sucediendo en la vida de esa persona o en la nuestra.

Sin embargo, sabemos que la paciencia y la empatía por si solas no van a resolver el problema.
Es por eso que te recomendamos, por último, que una vez que se haya identificado alguna herida profunda, se acuda a algún profesional que pueda orientarte para sanar emocional y psicológicamente.

Así como todos estamos heridos en algún momento, todos necesitamos ayuda en algún momento.

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