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Dejar el «YO» para ser «NOSOTROS»

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“Si realmente el período de noviazgo es el más bello de todos, ¿por qué se casan los hombres?”
– Soren Aabye Kierkegaard

Empezamos este artículo con una frase algo cómica de este filósofo existencialista danés; porque vaya que la materia que estamos por tratar es algo dura, y nada como empezar el trabajo duro con un poco de gracia.

La frase inicial podría hacer ver que este artículo, que es complemento de nuestro podcast, es dedicado solo a matrimonios o parejas que ya formalizaron, pero la realidad es que no. Porque cuando una persona ha decidido darle entrada a otra en su vida, dándole el lugar de “pareja”, le ha dado entrada a una serie de cosas que, madre mía, no sé si todos somos conscientes de ello.

Cuando hemos decidido compartir nuestra vida con alguien más, debemos de entender que hemos tomado la decisión de hacer justamente eso: COMPARTIR. Un compartir en donde debemos comenzar a dejar atrás el solo “YO”, para ahora pasar a ser el “NOSOTROS”. Porque ahora ya no solo es mi tiempo, sino que lo compartimos también con otra persona, y que, si hemos pasado a formalizarlo en matrimonio o viviendo con esa persona, ahora no solo es mi espacio, sino que es nuestro espacio, y así con un sinfín de cosas tanto tangibles como intangibles.

 Esto puede resultar complicadísimo, y curiosamente, un poco más complicado aun para los hombres. ¿Por qué? No tengo idea, ni tampoco he encontrado una respuesta sustentada por la ciencia. Lo que sí puedo decirte, es que fue algo que me tocó vivir.

Un poco de mi historia en este tema:


Tenía yo 22 años, éramos novios, pero yo pensaba ya muy seriamente en que Elena (mi esposa) era la indicada. Aun así, en el centro de mi mente seguía puesto 100% el “YO”. Yo y mi tiempo, mi espacio, mis amigos, mis diversiones etc, etc. Y de ella solamente eran mis fines de semana. Incluso a veces solo los sábados (que maldito ¿verdad?). Claro que esto traía una serie de discusiones entre Elena y yo que nunca se resolvían, hasta el punto de que comenzaba a fastidiarme la situación.

Pero siempre existen esos amigos, que en el camino a veces son luz. Y en una buena plática, uno de mis mejores amigos me encaró y me cuestionó más o menos con estas palabras: “Tú dices que te quieres casar con ella. Que ella es la mujer con la que quieres compartir tu vida y tu todo. Tú te estás dando cuenta de eso hoy, no ayer, no mañana. Entonces ¿Por qué no haces eso hoy? ¿Por qué le sigues dando las sobras de tu tiempo y tu persona? ¿Por qué esperar hasta que se casen?”
¡Boom! Explosión mental y profunda reflexión…


Supongo imaginas qué pasó después de eso. Después de esta plática entendí que estaba en un error y que estaba ahí para compartir mi vida con ella. Que estábamos tomando el rumbo de dejar de ser dos para ser uno porque queríamos amarnos con todo nuestro ser, y que no tenía que morir al “YO”, sino integrarlo y transformarlo en “NOSOTROS”.
Es aquí en donde podemos resaltar dos cosas importantísimas: Elena no hizo que el cambio conmigo fuera forzado, y por lo tanto no hizo que perdiera mi identidad al ceder al cambio.

Quédate con estos dos puntos porque puede ser que tú, que lees esto, estés en alguno de los dos lados: eres la persona que no se ha abierto al “NOSOTROS”, como yo lo fui, o eres la persona que está esperando ese cambio de su pareja.

Y entonces ¿qué hago?


Si eres el primero, como yo, tengo que decirte: no tengas miedo, no vas a dejar de ser tu. Tampoco vas a dejar tus hobbies, gustos o placeres, sino que ahora los compartirás y hasta los disfrutarás más. Y si tu pareja no los comparte, deben establecer una línea de respeto, en donde tu pareja debe entender cuando algo es parte tuyo, de tu esencia, y que no debe ser cambiado.


Y si eres el segundo, en nombre de Elena, debo decirte: sé paciente. Jamás fuerces el cambio de tu pareja, ni lo empujes demasiado, porque el resultado puede ser peor. Porque si decide cambiar a la fuerza, será solo un cambio superficial, que no va a ir a la raíz, y que tarde o temprano volverá a surgir y traerá el doble de problemas.

Y si no decide cambiar, puede ser que no sea su tiempo y necesite seguir trabajando en ello, y aquí sería de gran valor que encontraras la forma de facilitarle o suavizarle el camino a tu pareja. O tal vez simplemente deberás saber medir cuánto es el tiempo que piensas esperar a que el cambio suceda, y que en caso de que no suceda sepas decir adiós.

Al inicio lo dijimos, es un tema con materia dura, que a muchos nos cuesta procesar, pero es un tema que sin duda todo aquél que esté dispuesto a vivir en pareja debe de afrontar tarde o temprano.

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