“El amor es la única respuesta sensata y satisfactoria al problema de la existencia humana.”
– (Erich Fromm)
No es secreto que, como sociedad, vivimos un tiempo de crisis en donde existe de todo, excepto unidad entre nosotros; y si no existe unidad, difícilmente existirá amor: cada vez le damos más la vuelta a comprometernos con una sola persona para siempre y compartir nuestra vida con esa persona.
Según estadísticas del 2016, en México, poco más del 20% de los que se aventuran a hacerlo terminan en divorcio dentro de los primeros 5 años (INEGI, 2018). Esto sin mencionar los altos índices de violencia, crímenes y demás cosas que nos afectan hoy en día a buena parte de Latinoamérica.
En resumen, si el amor está en crisis, es porque la sociedad está en crisis.
Y no queremos sonar pesimistas, al contrario, tenemos una gran esperanza en que todo puede rescatarse. Creemos firmemente en que los cambios, por más difíciles o imposibles que parezcan, siempre son posibles.
Pero no creemos que el cambio esté todo en manos externas, sino en nuestras manos. Es más, ni siquiera en nuestras manos, sino en nuestro interior, porque todo cambio comienza de adentro hacia afuera. Si cambiamos nosotros, cambia nuestras relaciones; si cambian nuestras relaciones, cambian nuestras familias; y si cambian nuestras familias, cambiará nuestra sociedad.
Y por último, dado por todos los cambios acelerados que estamos viviendo en tecnologías, medios de comunicación y demás, hay quien cree que también nosotros debemos adaptar nuestro amor o nuestra forma de amar a los nuevos tiempos, pero no.
El amor es el mismo y siempre será el mismo: ayer, hoy y siempre.